martes, 28 de agosto de 2012

Crónicas activas


“Un día escalando El Ávila”

Empieza un nuevo día como cualquier otro, excepto que hoy es domingo. Es un día para descansar, para reflexionar las cosas que ocurrieron en la semana, para planear y organizarse para la siguiente, para hacer una parrillada, piscinada o hamburguesada con la familia, o simplemente para dormir, pero no si eres yo. Para mí este es un día de esfuerzo, dedicación y ejercicio: hoy subiré El Ávila a pie.

Son aproximadamente  las seis y media de la mañana cuando me despierto para iniciar mi aventura. Escasos minutos después ya estoy desayunándome una arepa bien cargada y sabrosa para darle energías a mi cuerpo. Termino de comer y preparo mi bolso de escalada con cosas importantes y útiles como una linterna, una funda para dormir, un kit de primeros auxilios por si acaso, una navaja multiusos y por supuesto no puede faltar un termo con agua para poder hidratarme.

Me visto de manera cómoda y fresca para poder subir la montaña y salgo de mi apartamento. Ya son las ocho de la mañana y en el camino al metro considero mis opciones para llegar arriba: “¿subo por Sabasnieves, Cotiza o La Julia?” Termino decidiéndome por subir vía Sabasnieves así que tomaré el metro hasta la estación Altamira. Tardo algo así como veinte minutos en llegar. Una vez allí, reconozco inmediatamente los distintivos autobuses naranja de cultura Chacao y me acerco a uno para que me deje en la parte alta de La Castellana.

Ya a media mañana me encuentro en la entrada de Sabasnieves donde veo a mi alrededor muchas personas que decidieron hacer lo mismo que yo. Empieza mi travesía por la larga subida rocosa, donde es bastante fácil cansarse. Llego hasta la parte más empinada donde parece que fueras a salir volando de la montaña. Veo a la gente deteniéndose para tomar agua o descansar pero yo continúo inmutable.

Llevo caminando poco más de media hora y se hace mediodía. En este punto los rayos del Sol y el calor se vuelven insoportables así que saco mi botella de agua para beber un poco del vital líquido. En todos lados hay personas tomándose fotos con el paisaje caraqueño detrás de ellos y en un momento hasta pasa un grupo de niños exploradores al lado mío. Algunos ancianos también se animan a subir el camino de piedra, pero la mayoría prefiere ir por el sendero de escaleras.

Finalmente alcanzo la cima de Sabasnieves súper cansado y con sed. Vuelvo a tomar agua y me quedo unos segundos observando el panorama, luego empiezo a bajar de nuevo. En el camino de vuelta me quedo un rato en el sector de ejercicios, en donde hago unas cuantas barras, paralelas y flexiones. Continúo bajando y ya estoy pensando lo que me comeré al llegar a la base. Cuando por fin llego, me paro en un toldo de la entrada donde venden chuchería y ahí para terminar una mañana activa me como unos tostones.

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